DYLAN THOMAS POESÍA REUNIDA: NUEVA TRADUCCIÓN EN ESPAÑOL CON SU VERSIÓN ORIGINAL EN AMAZON
Dylan Thomas (1914-1953) fue un poeta galés cuya voz única sigue resonando con fuerza en la poesía del siglo XX. Figura de culto, mito trágico, alma atormentada y al mismo tiempo prodigioso orfebre del lenguaje, escribió desde la carne y el sueño, desde el amor y la muerte, desde la infancia perdida y el deseo infinito de permanecer. Su obra es una sinfonía verbal, intensa y musical, que no se parece a la de ningún otro poeta anglosajón de su tiempo. Atronador en él aparece el siglo XX, anunciando quizás con algo de precocidad la llegada de tiempos convulsos, y el final definitivo de una época anterior.
En esta Antología completa desfilan los principales poemas de su vida escritos en lengua inglesa con las traducciones en español a su lado. Hasta ahora resultaba difícil encontrar una antología bilingüe que condensase su obra y su biografía.
Nacido en Swansea, Gales, Dylan Thomas creció entre el idioma inglés que escribía y el paisaje sonoro del galés, que influiría decisivamente en su musicalidad poética. Hijo de un maestro de escuela amante de la literatura, el joven Dylan descubrió la poesía como quien descubre una religión secreta. A los veinte años ya había escrito algunos de los poemas que lo inmortalizarían, y a los veinticinco publicó "18 Poems", su primer libro, que lo catapultó como una figura emergente del panorama literario británico.
Su vida, sin embargo, no fue la de un académico ni la de un poeta de biblioteca. Bohemio, excesivo, vitalista y autodestructivo, Thomas vivió entre Londres, Gales y Estados Unidos, donde alcanzó notoriedad como lector público, poseedor de una voz grave e hipnótica que convertía sus recitales en auténticas experiencias teatrales. En 1953, con solo 39 años, murió en Nueva York tras una serie de excesos alcohólicos, convirtiéndose en una leyenda maldita de la literatura.
La poesía de Dylan Thomas es orgánica, sonora, fértil y desbordante. Su lenguaje está lleno de metáforas audaces, imágenes sensoriales, giros sintácticos inesperados y una profunda devoción por el ritmo. Su poesía no es de ideas claras ni mensajes directos, sino de visiones y emociones que golpean como una oleada.
Entre los poemas más representativos de su antología destacan:
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“Do not go gentle into that good night” (No entres dócil en esa buena noche), su villanelle más famosa, escrita para su padre moribundo, donde clama contra la resignación ante la muerte:
"Rage, rage against the dying of the light."
Este poema es quizás su epitafio y su manifiesto, una rebelión lírica contra el olvido. -
“Fern Hill”, un canto a la infancia, lleno de luminosidad y nostalgia, donde el tiempo se convierte en el gran devorador:
"Time held me green and dying / Though I sang in my chains like the sea." -
“And Death Shall Have No Dominion”, donde la muerte se disuelve en un juego verbal de negaciones y renacimientos, con ecos bíblicos y cósmicos.
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“The Force That Through the Green Fuse Drives the Flower”, uno de sus primeros y más complejos poemas, que une el erotismo, la destrucción y la fuerza vital de la naturaleza.
En su Collected Poems (1952), Thomas reunió lo más esencial de su obra, un compendio que mostraba su evolución desde una poesía exuberante, casi barroca, hacia formas más contenidas pero igualmente intensas. Su lenguaje nunca pierde su tensión lírica, incluso cuando aborda temas tan humanos como el amor, el sexo, la infancia, la fe o el paso del tiempo.
Dylan Thomas no fue solo poeta. Escribió también cuentos —como los reunidos en Portrait of the Artist as a Young Dog— y alcanzó enorme éxito con su pieza radiofónica Under Milk Wood, un retrato coral y onírico de un pueblo galés, que despliega su oído prodigioso para el habla popular, el humor absurdo y la ternura cotidiana. También fue guionista, colaborador en revistas y figura pública. Su voz —literalmente— quedó grabada en discos, y aún hoy se lo recuerda como uno de los grandes intérpretes de su propia poesía. La oralidad y el ritmo fueron para él inseparables de la escritura. Un poeta a contracorriente. En una época dominada por la poesía racional, política o existencial del modernismo y el posmodernismo, Thomas volvió los ojos hacia el inconsciente, el cuerpo, la memoria y la cadencia del verso. Rechazó la claridad comunicativa en favor de la intensidad emocional. Su obra no se entiende como un mensaje, sino como una experiencia.
Ha influido en generaciones de poetas y músicos (Bob Dylan adoptó su nombre como homenaje), y su poesía sigue siendo leída, escuchada y estudiada. Como él mismo escribió en su poema póstumo, “In my craft or sullen art”, no escribió para la gloria ni para el poder, sino para los que “no alaban ni pagan”, los amantes anónimos que “duermen en el lecho del amor”. Haría del lenguaje un campo de batalla entre la vida y la muerte, el deseo y el tiempo, la luz y la oscuridad. Su poesía, lejos de envejecer, sigue palpitando con una fuerza rara, bella, a veces incomprensible, pero siempre profundamente humana. Leerlo es dejarse arrastrar por una marea de palabras que suenan como cantos antiguos y nuevos a la vez, como un conjuro, como un último grito contra el silencio.
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